Para tener éxito (o resultados) en los medios a largo plazo hay algo que debes hacer: conocer al periodista. Sus debilidades (en el mejor sentido de la palabra) y sus preferencias. Piénsalo: cuando en la agencia ‘vamos’ a un periodista con un tema -una nota de prensa, una idea explicada en un mail o teléfono (o como sea)-, básicamente estoy iniciando un proceso de comunicación. Un emisor (yo) envía algo a alguien (un periodista) con un objetivo: convencerle de que lo que le dice es interesante y merece la pena profundizar en ello o, sencillamente, publicar.
¿Te imaginas imaginass establecer esa conversación sin tener ni idea de a quién estás escribiendo o hablando?
¿Te imaginas que entrara un monologuista a una sala llena de jubilados y se pusiera a hablar como lo hace un youtuber porque no tiene ni la más mínima idea de quién es y qué le gusta al público asistente? ¿O al revés?
Si queremos tener posibilidades cuando enviamos una propuesta lo mínimo, lo mínimo que hemos de hacer es conocer a la persona a la que nos dirigimos.
¿Conocer personalmente?
No, no hace falta. Pero Google es magia y si invertimos un poco de tiempo y cariño podemos obtener la información deseada:
¿Sobre qué escribe?
¿Cada cuánto escribe?
¿Qué tipo de temas hace?
¿Qué fuentes utiliza?
Si conozco a mi receptor podré encajar mucho mejor el contenido que le propongo y si mi receptor sabe que siempre le envío temas o enfoques que se enmarcan en sus preferencias, en el día a día de su actividad, me va a tener en cuenta. Porque sabrá que un mail mío puede ayudarle en su trabajo en un momento determinado.
Me responderá o me pedirá más información o me dará solo las gracias. Algún día no me responderá (porque tiene mucho lío) pero otro día lo hará incluso sin que yo le haya enviado nada, para pedirme, por favor, si le puedo echar un cable con ese tema que se le está resistiendo. Proponer temas y enfoques que se alinean con la sección o temas que trabaja un determinado periodista es el primer paso -necesario- para establecer una relación a largo plazo. Una relación fructífera.